Noticias

6 de julio de 2012

"Una práctica sistemática y generalizada"

Condenaron a nueve represores por el Plan de apropiación de menores durante la última dictadura. El dictador Jorge Rafael Videla recibió 50 años de prisión. Las penas fueron bajando hasta los cinco años que recibió la apropiadora de Francisco Madariaga. El tribunal dio por probado el plan sistemático y los secuestros de los niños aún no encontrados.

Y el día llegó. La Justicia dio por probado que la existencia de una \"práctica sistemática y generalizada de sustracción, retención y ocultamiento de menores de edad\" en \"el marco de un plan general de aniquilación que desplegó sobre parte de la población civil, con el argumento de combatir la subversión implementando métodos del terrorismo de Estado durante los años 1976 a 1983 de la última dictadura militar\". Esa definición, pendiente desde el Juicio a las Juntas de Comandantes que no lo había dado por probado, reclamada durante más de 36 años por las Abuelas de Plaza de Mayo y por los nietos identificados, la dijo ayer la presidenta del Tribunal Oral Federal 6, María del Carmen Roqueta, en la sentencia del juicio por el robo de bebés. El dictador Jorge Rafael Videla recibió la pena histórica de 50 años de prisión, que se da por primera vez, por haber organizado esa práctica. El tribunal condenó además a otros ocho represores, entre ellos a Reynaldo Bignone, Santiago Riveros y los marinos Antonio Vañek y Jorge \"El Tigre\" Acosta. Los jueces imputaron a los acusados por los casos de los niños que aún están desaparecidos, es decir, dieron por probados sus secuestros y entendieron que el delito continúa. También impulsaron una investigación sobre el emblemático vicario castrense Emilio Graselli y dispusieron la rectificación de las partidas de nacimiento. \"Es un día memorable para la Argentina y para todo el mundo civilizado que sabe que en un país donde no hay justicia, no puede haber democracia. Y acá la estamos haciendo entre todos\", señaló Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

La sala de los tribunales de Retiro estaba en silencio. Frente a la línea de acusados, el blazer azul de Videla, el poncho de Bignone, la chalina de Riveros, se ubicó a las 18.18 Roqueta, seguida por los jueces Julio Luis Panela, Domingo Altieri y Pedro García de la Torre. Roqueta leyó poco después el artículo en el que por primera vez aparece definido legalmente el robo de niños como sistema. La sala escuchó. Luego leyó el nombre de Videla, los nombres de sus víctimas y llegó a la condena. Cuando leyó el monto de la pena, los 50 años pedidos por todas las querellas y la fiscalía de Martín Niklison, un número que pareció en ciertas ocasiones imposible, ahí, sí, se escuchó un suspiro colectivo en forma de alivio.

\"Tengo una mezcla de sensaciones\", dijo Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo apenas se levantó de la sala. \"Porque por un lado celebro la condena de 50 años para Videla, lo cual se da por primera vez, y está el reconocimiento explícito y claro de la Justicia de que hubo un robo sistemático de niños y se condena al responsable emblemático. Pero por otro, las demás penas fueron más livianas de lo que esperábamos, aunque los abogados tienen su explicación, todavía podremos verlas.\"

Estela se sentó al lado de Francisco Madariaga, que llevó a juicio a sus apropiadores Víctor Gallo y Susana Colombo. Detrás estaba Abel Madariaga, su padre, el único padre sobreviviente de los 35 casos revisados durante el juicio. Atrás y adelante estaban Elsa Pavón con su nieta Paula Logares; Macarena Gelman, María Victoria Montenegro, Rosa Roisinblit con su nieto Guillermo y Sara Méndez -la única de esas madres que sobrevivió- pegada a su hijo Simón, ahora recuperado.

\"Yo lloré como una desgraciada, para serte sincera, porque fue la primera vez que escuché que existía el nombre de mi hermana\", dijo, como pudo, Adriana Moyano, la tía de Victoria Moyano Artigas, apenas se paró de su silla. \"Treinta y cinco años para ver la cara de los que vieron nacer y sostuvieron a nuestro sobrina\", replicó al lado, Elsa Poblete. \"Magnacco estaba ahí -dijo-: agarrando a mi sobrina.\"

El punto más importante de la sentencia sin duda fue la definición del robo de niños. En una fórmula compacta, precisa y muy cuidada, el tribunal desplegó lo que no estaba dicho hasta ahora y a partir de ahora repetirá la Justicia. Después de leer una serie de nulidades, Roqueta pronunció el punto ocho de su sentencia: \"No hacer lugar a los planteos de prescripción penal interpuestos por las defensas -dijo y siguió- por tratarse los hechos juzgados de delitos de lesa humanidad implementados mediante una práctica sistemática y generalizada de sustracción, retención y ocultamiento de menores de edad, haciendo incierta, alterando o suprimiendo su identidad en ocasión del secuestro, cautiverio, desaparición o muerte de sus madres, en el marco de un plan general de aniquilación que desplegó sobre parte de la población civil con el argumento de combatir la subversión implementando métodos del terrorismo de Estado durante los años 1976 a 1983 de la última dictadura militar, artículo 118 de la Constitución\".

No dijo \"plan\", pero dijo \"práctica sistemática\", tal como lo habían sostenido la querella de Abuelas de Plaza de Mayo y la fiscalía. Esa decisión había quedado pendiente desde el Juicio a las Juntas, en el que se absolvió a Videla por cinco de los seis casos que llegaron a juicio. Allí se consideró que ese práctica sistemática no existía y que las apropiaciones eran casos \"aislados\".

Las penas

Al lado de Videla, el que recibió la segunda pena más alta fue el marino Antonio Vañek, condenado a 40 años de prisión como responsable de la Armada. El resto de las penas fueron más bajas de lo que se había pedido. Sin embargo, entre ellas, hubo una escala más alta para los lugares de mando, los llamados \"instrumentadores\" del plan: entre ellos, Acosta por la ESMA, condenado a 30 años de prisión y Riveros por Campo de Mayo, condenado a 20 pero juzgado sólo por dos casos.

Bignone recibió una pena de 15 años de prisión, menos de los 50 que pidió la fiscalía. Llegó a juicio por su participación en la última junta de comandantes, como Rubén Franco. Los dos estaban acusados por la firma de dos resoluciones: la de la autoamnistía y la que declaró la muerte de los desaparecidos, es decir también de los niños. Las querellas se esforzaron en mostrar, durante el debate, el documento con el peso y los efectos de cualquier otro acontecimiento jurídico y penal. Por alguna razón que anoche aún no se conocía, el tribunal condenó a Bignone pero absolvió a Franco.

Entre los autores directos -los responsables de haberse quedado con los niños- se hallaron las penas más bajas. Víctor Gallo y su ex mujer Susana Colombo, acusados por la apropiación de Francisco Madariaga, recibieron 15 y 5 años de prisión. Francisco lloró cuando Roqueta leyó la condena a Gallo, y luego volvió a hacerlo cuando pronunció la de Colombo. La pena para Gallo fue más baja que la que este Tribunal le había puesto a Víctor Rei por la apropiación de Alejandro Sandoval (que fue de 16 años) y la pena sobre Colombo fue la mínima, un dato que permite entender que los jueces tomaron aquello que ella argumentó durante el juicio: que su silencio fue producto de la violencia de género.

El tribunal anunció que dará a conocer los fundamentos de la sentencia el 17 de septiembre. Allí habrá otros elementos para analizar. La condena a Videla es una de ellas, de la lectura de ayer se desprendieron datos importantes para esta y otras causas. Uno de ellos es que la acusación incluyó el caso de Macarena Gelman, que nació en territorio uruguayo. La decisión es importante porque pese a que hay antecedentes en el fallo de Orletti y de Arancibia Clavel, las defensas alegaban que no podía incluirse porque la causa específica del Plan Cóndor todavía no tiene sentencia.

El otro dato, más fino jurídicamente, es que la acusación incluyó a niños que aún están desaparecidos, entre ellos el hijo de Laura Carlotto y nieto de la presidenta de Abuelas, y a Clara Anahí Mariani, la nieta de Chicha Mariani. Para los abogados aparece una revisión de cosas que dejó escrita la Cámara Federal en la causa 13 de 1985. Al descartar los casos que habían llegado a juicio porque los niños no estaban, entendió que no había delito. \"La defensa había usado esos argumentos: dijo que no se sabe si están vivos y tampoco está probado que estén apropiados, por eso una definición sobre eso a nivel jurídico y simbólico es muy importante\", había dicho un día antes a Página/12 Alan Iud, del equipo jurídico de Abuelas.

A la noche, los ocupantes de la sala donde se habían realizado las audiencias durante un año y medio se retiraban. Estela de Carlotto se chocaba con Mirta Guarino, que llegaba de afuera. A Victoria Montenegro la agarraban las Abuelas de las filas de adelante. Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, se emocionaba con el juicio justo, legal, \"jamás por mano propia\". En ese momento pasó Elsa Pavón por la puerta de la sala. Chiquitita, abajo de la campera, como pudo levantó el dedo pulgar de la mano derecha y así dejó la sala. \"Tuvieron un juicio justo en plena luz del día -dijo- y con toda la justicia y la ley que no tuvieron los nuestros.\"

En los pasillos estaban todos. No se escuchó el Himno Nacional que los familiares de los represores suelen ponerse a cantar en los finales de los juicios como si fuese el escudo desde donde batallar. La Cámara de Casación habilitó una sala para ellos y siguieron la sentencia a través de una pantalla. Afuera se amontonaban las abuelas. Una de ellas le dijo a otra: \"Misión cumplida\". Era Jorgelina Azzarri de Pereyra, la madre de Liliana Pereyra, una de las mujeres cuya historia y tránsito por la maternidad clandestina se escuchó en las audiencias. Una mujer que, además, encontró a su nieto hace cuatro años, pero él aún vive con otra identidad. \"¿Por qué misión cumplida? Por los años de lucha, de pedir, de elaborar, a medida que pasan los juicios, los hijos y los nietos van logrando esto que es pedir justicia.\"

Afuera de los tribunales, con la noche cerrada y el frío, los organismos de derechos humanos estaban acompañados por jóvenes de agrupaciones políticas y sociales. Cuando los vio, más temprano, Isabel Fernández Blanco, una de las sobrevivientes, decía: \"¡Ya no estamos solos!\".

Fuente: Página 12
Autor/a: Alejandra Dandan

Casos relacionados a esta noticia

Ir al buscador
 Ignacio Montoya Carlotto

Ignacio Montoya Carlotto

Nació el 26 de junio de 1978 en el cautiverio de su madre, Laura Carlotto, secuestrada siete meses antes en su casa de la ciudad de Buenos Aires, embarazada. Walmir Montoya, su padre, fue secuestrado en noviembre de 1977 y, como Laura, posiblemente haya permanecido detenido en el centro clandestino "La Cacha". Por sobrevivientes, se supo que Laura dio a luz en un hospital militar y que llamó Guido a su bebé. Tras el parto, fue devuelta a La Cacha. El 25 de agosto de 1978 fue asesinada. En 1985 el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó sus restos y en 2009 los de Walmir.

Leer más
 Jorge Castro Rubel

Jorge Castro Rubel

Nació en junio de 1977, con un peso menor a dos kilos, en el sótano del Casino de suboficiales de la ESMA. El parto prematuro fue atendido por el médico naval Jorge Magnacco, y las detenidas Alicia Milia y Sara Solarz de Osatinsky acompañaron el nacimiento. Su madre, a quien durante su cautiverio conocían como “Ana de Castro”, pudo tener al bebé apoyado en el pecho durante unos minutos. Luego, Magnacco los separó y el recién nacido estuvo en incubadora allí, hasta que dos o tres días más tarde fue llevado por dos hombres al Hospital Elizalde. Un médico de guardia de ese hospital decidió inscribirlo como hijo propio y le ocultó su origen. La familia Castro sabía que Hugo estaba esperando un hijo con su nueva pareja, a quien no habían visto. Desde un inicio, buscaron a los tres. Pero los Rubel solo buscaban a Ana porque desconocían que había formado pareja y estaba embarazada.

Leer más
 Belén Estefanía Altamiranda Taranto

Belén Estefanía Altamiranda Taranto

Belén Estefanía Altamiranda Taranto nació en junio de 1977 durante el cautiverio de su madre, Rosa Luján Taranto. La joven había sido secuestrada el 13 de mayo de 1977, embarazada de siete meses, junto con su pareja, Horacio Antonio Altamiranda, en Florencio Varela, zona sur del conurbano bonaerense. Ambos fueron vistos en el centro clandestino “El Vesubio”, partido de La Matanza. Al mes siguiente, Rosa fue llevada a dar a luz al Hospital Militar de Campo de Mayo, donde se le practicó una cesárea. Tras el parto, fue devuelta al Vesubio y allí le relató a otra detenida que había tenido una niña.

Leer más
 Martín Ogando Montesano

Martín Ogando Montesano

Nació el 5 de diciembre de 1976 en el centro clandestino Pozo de Banfield, donde su madre, Stella Maris Montesano, y su padre, Jorge Ogando, estuvieron secuestrados. La joven dio a luz en la cocina del lugar, esposada, ojos vendados, arriba de una chapa. Llamó Martín a su bebé, que le fue arrebatado de inmediato, y ella fue trasladada al Pozo de Quilmes. La pareja había sido secuestrada el 16 de octubre de 1976 en su casa de La Plata. Desde la desaparición, la abuela Delia Giovanola de Califano emprendió la búsqueda de “los chicos”, como les decía ella.

Leer más
 Evelin Bauer Pegoraro

Evelin Bauer Pegoraro

Evelin Bauer Pegoraro nació a fines de octubre de 1977 durante el cautiverio de su madre, Susana Beatriz Pegoraro. Había sido secuestrada cuatro meses atrás, el 18 de junio de 1977, en la estación Constitución de Buenos Aires, embarazada de cinco meses. Su marido, Rubén Santiago Bauer, fue desaparecido dos días antes, el 16 de junio, en la ciudad de La Plata. Por sobrevivientes pudo saberse que Susana permaneció detenida en la ESMA, luego fue llevada a la Base Naval de Buzos Tácticos de Mar del Plata, al centro clandestino "La Cacha" y, finalmente, devuelta a la ESMA, donde dio a luz a su hija.

Leer más
 Juan Cabandié Alfonsín

Juan Cabandié Alfonsín

Juan Cabandié Alfonsín nació en marzo de 1978 durante el cautiverio de su madre, Alicia Elena Alfonsín, en la ESMA. Había sido secuestrada el 23 de noviembre de 1977 en su departamento del barrio porteño de Congreso, mientras que su pareja, Damián Abel Cabandié, fue secuestrado ese mismo día en la vía pública. La joven estaba embarazada de cinco meses. Ambos fueron vistos en los centros clandestinos "Club Atlético" y "El Banco". A fines de diciembre de aquel año Alicia fue trasladada a la ESMA y allí permaneció en la "pieza de las embarazadas". Sus compañeras de detención la llamaban "Bebé". En marzo de 1978, con asistencia del obstetra del Hospital Naval Jorge Luis Magnacco, dio a luz un varón al que llamó Juan. A los pocos días, el niño fue entregado al matrimonio compuesto por Luis Antonio Falco, miembro de Inteligencia de la Policía Federal, y Teresa Perrone, quienes lo anotaron como hijo propio.

Leer más