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5 de mayo de 2025

Para la libertad

El encuentro con la verdad, cada vez que uno de nuestros nietos y nietas restituye su identidad, es el fin de ese cautiverio que empezó hace más de 40 años.

Hoy se dice cualquier cosa en nombre de la libertad. Pero la libertad no es una idea abstracta. Para nosotras, sin ir más lejos, es identidad y memoria, es la posibilidad de nombrarse sin ocultamiento, de saber de dónde se viene, es la restitución de la identidad. La identidad le ha sido arrebatada a nuestros nietos y nietas, y recuperarla sigue siendo el horizonte que guía nuestro camino. Desde Abuelas hace 47 años que los buscamos, todavía nos faltan unos 300 que fueron apropiados durante la última dictadura cívico militar.

Por ello, para nosotras, la libertad es dar la posibilidad de conocer el verdadero origen. Es liberar a esas personas –que hoy tienen alrededor de 45 y 50 años– de la trama de mentiras y silencios que supone el delito de la desaparición forzada. Es cortar esa falsa genealogía que les impuso el terrorismo de Estado. El robo de hijos e hijas de desaparecidos, la supresión de su identidad y la falsificación de documentos, constituyen delitos de lesa humanidad y son causas que no prescriben.

Las Abuelas, al caminar juntas semana tras semana, logramos socializar nuestra y trascender fronteras. Hemos encontrado nietos en España, Estados Unidos, Uruguay, Chile y Países Bajos. Superamos, a lo largo de más de cuatro décadas, la complicidad del negacionismo y el odio para construir lo que hoy se conoce como el Derecho a la Identidad. Hemos restituido la identidad a 139 personas. Al encontrar a un nieto o nieta, vivenciamos esa libertad, ese alivio que llega con la verdad. Cada uno de ellos y ellas, tras conocer la verdad, tras obtener respuestas a tantas dudas y angustias que los acompañan desde la niñez, subrayan esa sensación de quitarse un peso de encima.

La mayoría de estas personas han nacido en campos de concentración de la dictadura, en condiciones inhumanas, y fueron separadas de sus madres a poco de nacer. Nuestros nietos y nietas vivieron todo el horror sin aún haber ingresado al lenguaje, y luego fueron apropiados, y en casi todos los casos criados sin la verdad, lejos de sus familias legítimas. De allí que el encuentro con la verdad, una vez que restituye su identidad, es de algún modo el fin de ese cautiverio que empezó hace más de cuatro décadas. Eso es la libertad para nosotras, así como para los pueblos originarios lo es su tierra, o para los militantes políticos lo es movilizarse juntos.

Hoy nos quieran convencer de que puede existir algo tan absurdo como “la libertad de morirse de hambre”. En boca del actual gobierno nacional, la libertad es únicamente “libertad de mercado”, la libertad de explotar, violentar, agredir y reprimir sin límites. Ante esta idea vacía de libertad, debemos mantenernos firmes y oponer otras bien concretas, comunitarias, compartidas, diversas, sin olvidar jamás que, si no es emancipatoria, la libertad no es nada.

Fuente: Abuelas
Autor/a: Abuelas