6 de marzo de 2025
En una nueva audiencia del debate oral por los delitos de lesa humanidad cometidos en la ex Comisaría 5ta. de La Plata, declararon los hermanos Marta y Jorge Manchiola, tíos de un nieto o nieta que seguimos buscando.
“En nuestra familia hubo y habrá un antes y después de la desaparición de mi hermana”, afirmó Marta Azucena Manchiola, en su testimonio ante el Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata, en el juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en la ex Comisaría 5ta de esa ciudad.
Mirta Manchiola, su hermana, fue secuestrada el 5 de noviembre de 1976, embarazada de seis meses, en La Plata, cuando iba a encontrarse con su compañero Guillermo Enrique Otaño. Marta mostró fotos durante la audiencia y, quebrándose por el dolor, relató detalles del secuestro.
“Mirta fue secuestrada en 63 y 64, cortaron la calle, peleó, le dieron una trompada y la introdujeron a un auto. Al tiempo me toca la puerta una señora que tenía su hijo desaparecido y me dice que podíamos hacer. Mi mamá integró Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”. En efecto, Catalina Aida Paula Jaureguiberri, “Catita”, fue vicepresidenta de la filial de Abuelas de La Plata, y la propia Marta colaboró con la búsqueda.
“En el juicio a (Miguel) Etchecolatz dieron testimonio dos hermanas, de apellido Barragán, que habían estado con Mirta. Contaron que mi hermana fue violada, le dieron una paliza y se la llevaron amordazada en una camioneta. Al día siguiente lo encontraron a Guillermo. Salta por una ventana, lo acribillan a balazos y mi hermana ve todo”, puntualizó.
“Presentamos hábeas corpus, fuimos a ver sacerdotes, Plaza, Graselli, que creo que era un delator, Novak, que fue muy solidario. Cuando vino la OEA hicimos esa cola infinita, ‘estamos acá porque hay gente que desapareció’, decíamos cuando nos preguntaban –recordó y sentenció–: Esto fue un genocidio cívico, militar y eclesiástico”.
Mirta estudiaba abogacía en la Universidad Nacional de La Plata, trabajaba en Vialidad Provincial y su familia vivía en el Parque Saavedra de La Plata. Hacía trabajo social en el barrio Las Quintas. “Ella buscaba a las personas en condiciones humildes y los llevaba a documentar. Los dos militaban en la Juventud Universitaria Peronista. Estaban casados, por civil y por iglesia, con un cura tercermundista. Cuando ella salió del brazo de Guillermo tenía un ramo de rosas, lo tiró y cantaron la marcha peronista”, evocó.
Tanto Marta como su hermano Jorge Manchiola leyeron una carta fechada el 13 de julio de 1976 que Mirta escribió para su hijo o hija por nacer: “Hijo, mañana nacerás, llevarás todo lo nuestro más pulido, más puro. Amarás desde niño esta tierra. Compartiremos con otros niños lo poco que tengamos, pero tendrás que dar humanamente tanto que la vida te será corta. Recién entonces, cuando entiendas, gritarás con ganas ‘¡qué suerte que vivo!’”.
A su turno, Jorge, de profesión periodista, contó todas las averiguaciones que hicieron sobre su hermana: “En el operativo participaron dos autos, un Falcon y un Peugeot, en uno de ellos llevaban a una detenida cordobesa que ‘marcó’ a Mirta, bajaron dos tipos de civil, uno manoteó a Mirta, ella intentó sacarle el arma y la golpearon y la llevaron a la Comisaría 5ta”.
Más tarde, un ex comisario le confirmó que estuvo allí y luego, en base al testimonio de las hermanas Barragán, que había sido ingresada en el centro clandestino “La Cacha”. Jorge volcó su investigación en un libro homenaje titulado “Más allá de sus ojos”. Al momento del secuestro, su hermana Mirta tenía 22 años y Guillermo 24.
El juicio alcanza a 112 víctimas y tiene tres imputados –Pedro Raúl Muñoz, Jorge Antonio Bergés y José Ignacio Saravia Day–, ya que los ex policías Cecilio Reinaldo Gómez y Néstor Ramón Buzzato fallecieron antes de llegar a esta instancia.
Fuente: Abuelas
Autor/a: Abuelas
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