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Noticias · 18 de noviembre de 2022

“Si vemos dónde se está jugando hoy el Mundial, es como lo que pasaba acá en el 78”

  • Fuente: Abuelas
  • Autor: Abuelas

En la última función del ciclo de Abuelas y el INCAA en la Casa por la Identidad, se proyectó Mundial 78. Verdad o mentira, tras lo cual se realizó una charla debate.

Mundial 78. Verdad o mentira, de Christian Rémoli, fue la película que cerró el ciclo “Cine por la Identidad, Abuelas 45 años”, que llevamos adelante junto al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) en la Casa por la Identidad, dentro del Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex Esma). Estrenado en 2007, se trata de un revelador documental sobre la Copa del Mundo que se jugó en Argentina durante la última dictadura, con más de 30 testimonios y material de archivo inédito. Del debate posterior participaron el periodista deportiva Guillermo Blanco; el ex futbolista y tío de un nieto restituido, Julio "Chicho" Gaona, y el ex jugador de hándbol Martín Viscovich.

“El Mundial intentó ocultar, distraer de las violaciones a los derechos humanos que se estaban cometiendo. Como vimos, no fue solo cosa de la dictadura argentina, sino que data de muchísimo tiempo atrás. Fue usado por la Italia de Mussolini, o en las Olimpíadas de Berlín de 1936, como ese somnífero que utilizaron, a través de la instrumentación de cierto sector de la sociedad, para intentar dar una imagen que no era la que se estaba viviendo”, afirmó Viscovich, quien también reflexionó sobre los procesos que sufren las sociedades ante regímenes autoritarios.

Viscovich se refirió además a las culpas y la necesidad de aprender de los errores. “Creo que políticamente el Mundial les jugó en contra a los militares. Porque visibilizó más la lucha y se dieron a conocer las Madres a nivel internacional –expresó–. Porque había países, como Suecia y Holanda, que sabían lo que estaba pasando en Argentina. Los periodistas holandeses iban a la Plaza de Mayo. E incluso algunos jugadores, consustanciados con lo que estaba pasando acá, también se acercaban”.

Guillermo Blanco recordó lo difícil que era trabajar en ese momento, conocer lo que verdaderamente estaba pasando: “Esto es una foto de la historia, en lo personal me tocó vivir el Mundial 78 en la revista El Gráfico. Para muchos, ese solo hecho sería para que me juzgaran, era sospechoso por el solo hecho de laburar ahí”, admitió y recalcó la necesidad de hacer memoria y contar lo que ocurrió para evitar que se repita. “Si ustedes se ponen a pensar dónde se está jugando el Mundial hoy, es como lo que pasaba acá en el 78”, añadió.

La pregunta sobre qué hacer, qué responsabilidad tienen los jugadores y cuál es el margen para reclamar sobrevoló toda la charla. “Philipp Lahm, un jugador alemán, dijo que no iba a ir a jugar porque en Qatar hay violaciones a los derechos humanos”, puntualizó Blanco, aunque aclaró que es una excepción a la regla y que los jugadores son el último eslabón de un negocio que no tiene límites para generar ganancias. “Los jugadores son producto de esta sociedad”, dijo, y señaló que aparte de los 600 jugadores que sí deciden jugar el Mundial, hay otros millones de personas que alimentan el negocio viajando. “La aculturación es terrible”, opinó. Sobre eso aspecto es donde debe trabajar toda la sociedad, aseguró.

Julio “Chicho” Gaona, tío del nieto Pablo Gaona Miranda, restituido en 2012, celebró el encuentro y, en sintonía con el resto de los panelistas, instó a trabajar con los jóvenes deportistas para construir una mirada más humanista de los y las jugadoras. “Si volviera a ser jugador de fútbol, intentaría tener muchos más amigos artistas, cantantes, poetas, escritores, para tener otras formas de compartir la vida. También intentaría contar a mis amigos futbolistas lo que me pasa”, confesó.

Evocó su propia experiencia de jugador de élite mientras tenía un hermano, una cuñada y un sobrino desaparecidos: “Compartimos un montón de años y ellos no sabían lo que estaba pasando. Y yo tampoco lo podía contar. En ese momento que nos pasó, este evento que me pasó directamente y violentamente, yo tenía 14 años”. En la actualidad, subrayó, busca generar vínculos más profundos. “En mi familia siempre tenemos la costumbre de agasajar a los amigos, son como sobrinos, hermanos, porque siendo niño, mi casa siempre se llenaba de gente, y aprendimos eso”, contó.

Al cierre de la charla, Blanco volvió a los paralelismos entre el 78 y la actualidad: “En ese entonces existía la derecha y la ultraderecha, y parte de esa ultraderecha hoy está enquistada acá, y seguimos con el mismo somnífero”, advirtió. El público, entre ellos muchos jóvenes, se quedó pensando al respecto y agradeció la función con aplausos.

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