Noticias · 11 de noviembre de 2022
“Pueden estar en sillas de ruedas, pero siguen estando de pie”
- Fuente: Abuelas
- Autor: Abuelas
Los seis autores de “Historias de Abuelas” y el ilustrador presentaron el libro por primera vez todos juntos su obra, y fue en el Espacio Memoria y Derechos Humanos ex Comisaría Quinta donde funciona la filial de Abuelas La Plata. También firmaron un contrato para donar las ganancias a Abuelas.
Presentamos “Historias de Abuelas”, el tercer libro del proyecto literario promovido por la escritora y amiga Paula Bombara, en la ex Comisaría 5ta de La Plata, por primera vez con los siete autores de este hermoso proyecto que vio la luz en marzo y ya lleva más de diez presentaciones en todo el territorio argentino. El nieto Leonardo Fossati, responsable del Espacio de la Memoria donde hoy funciona la filial de Abuelas La Plata dio la bienvenida al público y a los autores de este bellísimo proyecto realizado en conjunto con la editorial Amauta.
Paula Bombara inició la charla contando la gesta de este proyecto que se inició con Ovillo de trazos 1, junto al Ministerio de Educación y luego llegó a la pantalla de Pakapaka con Historias que Abrazan; el proyecto Identidades encontradas (Ovillo de trazos 2), junto a la editorial Norma; y finalmente esta tercera edición con las historias ficcionalizadas de 12 las Abuelas, junto a Amauta. Luego habló sobre lo que significó para ellos retratar a las Abuelas: “Yo retraté a las Abuelas Delia Giovanola y Emilce Flores. Emilce, una mujer de una mirada muy dulce y pícara. Tuvimos el gusto de compartir la presentación del libro con ella, con su hermana, con sus hijos, con uno de sus nietos, en Mar del Plata. Ver a esas hermanas conversando, ver cómo ese hijo la llevaba del brazo, situaciones que yo escribí sin conocerlas y que ella me dijera que no entendía cómo había hecho para retratarlos tan bien sin conocerlos, eso fue todo para mí”. Luego recordó a Delia a quien se negó a recordar en pasado: “Es una mujer extraordinaria, siempre con ese humor y con esa fuerza para adelante”, aseguró emocionada con el auditorio cómplice en ese sentimiento, por la despedida de Delia hace apenas un mes y medio.
Luego fue el turno de Andrea Ferrari que retrató a las Abuelas Buscarita Roa y Rosa Tarlovsky de Roisinblit: “Yo siempre digo que cuando uno escribe entrega, pero también recibe algo. Yo siento que con estos dos cuentos con los que participé de este proyecto, recibí mucho más de lo que di y estoy muy agradecida”. A continuación, Sandra Comino aseguró que para ella este libro fue un aprendizaje: “Yo no me animé a hablar con las Abuelas que elegí, Sonia Torres y Estela. Así que estuve muy inhibida un tiempo, pero sabía de ellas de toda la vida. Como mamá, más que como Abuela, me identificaba un montón y las seguía con las noticias, con ese acompañamiento silencioso que uno hace en las marchas. Yo quería rescatar cosas cotidianas”. En el mismo sentido, Laura Ávila, buscó también cosas cotidianas que acercaran a las Abuelas a los lectores, “como las cosas que compartían con su familia, eso fue lo primero que yo tuve en cuenta al escribir”, describió y explicó: “Yo escribo ficción histórica, es decir que investigo mucho antes de escribir. Quise usar este método, pero tuve la cosa nueva de que la gente sobre la que escribía todavía vivía. Y es una cosa muy loca tener al personaje sobre el que estás escribiendo todavía vivo”, cuenta sobre sus relatos de Ledda Barreiro que aún busca a su nieto. La otra Abuela es Raquel Radío que falleció sin encontrarlo. Luego fue el turno de Jorge Grubissich quien también describió sus dos relatos: “una es una historia más típica porque no llego a contar la parte más dura de su historia, la de la Abuela Bertha Shubaroff”, aunque aseguró que con lo narrado sobre esos primeros años pudo describir la fortaleza y determinación de Bertha desde sus primeros años, incluso enfrentándose a su propia familia. “En el caso de la Abuela Chela me permití incluso mechar con algunos toques de realismo mágico”, adelantó.
El último escritor en hablar fue Mario Méndez, gerente de la editorial, además: “Este proyecto puede describirse como la novela de Jane Austen, Orgullo y prejuicio: prejuicio de no saber si íbamos a llegar con semejante proyecto siendo una editorial tan pequeña; y orgullo de tener en un libro de nuestra editorial pequeña un prólogo de Estela de Carlotto; de abrigar en el libro 12 historias de 12 Abuelas maravillosas, luchadoras, como todas ellas”. Para cerrar la experiencia tomó la palabra Andy Riva, el creador de las ilustraciones del libro que acompaña la historia de cada una de las Abuelas: “Yo nací en 1980 y mis primeros acercamientos en Abuelas fueron cuando trabajaba en una productora. Recuerdo que una vez tuve sentada enfrente a Estela y no sabía quién era. De eso hará 20 años. Pero en ese interín resulta que el Estado nacional gestó políticas de Memoria, verdad y justicia y por eso estamos hoy acá en este lugar tan especial”, reflexionó sobre la importancia del trabajo sobre las memorias. Luego reflexionó sobre su tarea en el libro: “A mí me tocó ilustrarlas, y entrar en los retratos es muy loco, porque empezás a ver en esos rostros las alegrías y también las tristezas. Pero no hay nada como las Abuelas, el tesón, la perseverancia, la dignidad, que tienen, esa dignidad es increíble; pueden estar en sillas de ruedas, pero siguen estando de pie”.
Antes de firmar el contrato en el que los autores y la editorial ceden las ganancias a Abuelas el nieto leonardo Fosatti volvió a agradecer la iniciativa y a resaltar la importancia de estos proyectos colectivos y con tanta potencia hacia el futuro: “Esta es una gran herramienta para las Abuelas, ustedes habrán escuchado que cada una de las ediciones de Ovillo de trazos son libros que en diferentes estamentos, diferentes oficinas estatales, los toman de interés, los toman de herramienta literaria para los jóvenes de los colegios. Son pequeños grandes parlantes que llegan a muchísimos jóvenes que no conocen esta parte de la historia argentina, a pesar de ser nuestra historia reciente”. El agradecimiento se extendió con la compra de libros por el público que salió del Espacio con más de un ejemplar debajo del brazo.