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20 de mayo de 2003

Carta de Horacio Pietragalla Corti

En conferencia de prensa, Horacio Pietragalla Corti, recientemente restituído leyó una emotiva carta.

Quiero contar esta dura y gratificante experiencia que la vida y Dios eligió para mi, debido a que no existe verdadero hombre sin verdadera identidad.

El día que confirmé que mis padres eran desaparecidos y asesinados por la Triple A y la última dictadura militar que nos tocó sufrir a todos los argentinos, no fue tan sorprendente para mi, ya que el tiempo, el destino y el presentimiento me fueron preparando para esta noticia.

Me crié gracias a Dios con una familia que nada tuvo que ver con ese gobierno terrorista. Mi madre de corazón, una mujer que trabajaba de empleada doméstica en la casa de un Teniente Coronel, llamado Hernán Tefzlaff (represor), se interesó por mi ya que yo estaba destinado a una pareja, familiar de este sujeto, la cual arrepentida dejó atrás tal encargo.

Viví con mi madre, mi padre y hermana (esta hija biológica de ellos), me criaron de igual a igual con mi hermana, me dieron todo lo que se le puede dar a un hijo. Pero a la vez dentro mío había un presentimiento extraño que fue creciendo junto a mi. Siempre busqué un parecido físico con alguien de la familia debido a que tengo rasgos y cualidades muy distintas a ellos, nunca encontré una respuesta convincente, aumentando aún más mi presentimiento. Nunca encontré por parte de mis padres (de crianza) una igualdad ideológica, motivo por el cual siempre era tema de discusión nuestras ideologías de vida. Cabe destacar que en el mismo edificio donde yo vivo, siempre vivió este Teniente Coronel que ya estaba involucrado con un caso de hijos de desaparecidos, acrecentando aún más mis dudas.

A fin del año pasado, gracias al gran empujón que tuve por el amor de mi vida, decidimos ir a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad donde volqué mi duda. A los cuatro meses de esta visita encontré que mi presentimiento se transformaba en realidad. Paradójicamente el día que me confirmé como hijo de desaparecidos, fue el 11 de marzo, día también de mi nacimiento (yo sin saberlo).

La noticia de confirmación genética no fue más que una felicidad interminable, ya que sentía que mi búsqueda estaba llegando a su fin. Ese mismo día conocí a mi familia biológica. Fue tan fuerte, tan maravilloso, como si los hubiera esperado o buscado todos estos años. Me confesaron y comprobé el parecido con mi madre y padre, me enteré de la clase de personas que eran, su lucha por un país más justo e igualitario, su amor que se fortaleció con la muerte de un hijo, sus muertes. La lucha de mis abuelos por encontrarme, las preguntas incansables de mis tíos y primos de donde podría yo estar.

Lo cierto es que absurdamente lo que la vida me quitó apenas nací, hoy ya hombre, la vida me devuelve y hablo de mi verdadera identidad. Hoy puedo formar una familia con la mujer que amo sabiendo que soy un Pietragalla- Corti.

Quiero referirme y agradecer a la lucha de una Asociación que hace posible que hoy yo sea un hombre con todas las letras. Gracias a Abuelas de Plaza de Mayo pues conozco su lucha desde que tuve uso de razón, gracias a mi amor, a mi familia de corazón y biológica y por sobre todas las cosas gracias mamá Liliana Corti y papá Horacio Pietragalla.

Horacio Pietragalla Corti

Fuente: Abuelas
Autor/a: Abuelas

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 Horacio Pietragalla Corti

Horacio Pietragalla Corti

Horacio Pietragalla Corti nació el 11 de marzo de 1976. Su madre, Liliana Corti, fue asesinada el 4 de agosto de 1976 en un operativo realizado en la casa donde vivía en Villa Adelina. “Horacito”, de cinco meses, fue llevado por personal policial a la Clínica Mayo y a la Brigada Femenina de San Martín. Pudo saberse después que el niño fue entregado por el teniente coronel Hernán Tetzlaff a una mujer que trabajaba como empleada doméstica en su domicilio. El padre del niño, Horacio Miguel “Chacho” Pietragalla, fue secuestrado el 15 de octubre de 1975 en la ciudad de Córdoba y permaneció detenido en la comisaría de Malagueño. Fue asesinado el 8 de noviembre de ese año, cuatro meses antes del nacimiento de Horacito.

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